Belgrano sopla 105 velitas


Un 19 de marzo de 1905, bajo la sombra de un algarrobo, un grupo de jóvenes cordobeses encabezado por Arturo Orgaz fundaba un club de fútbol en el barrio Alberdi.

Lo que en un primera instancia se llamó General Belgrano, hoy es conocido como el Club Atlético Belgrano, que mañana celebrará sus 105 años con un banderazo.

La cita es a las 21.30, en Colón y Arturo Orgaz y la consigna que emiten los hinchas es que “hay llevar todo tipo de trapos y cantar hasta la muerte”.

Desde aquel 19 de marzo de 1905, Belgrano disfrutó y sufrió con una pasión única y envidiable, propia de un club que forjó su destino a puro esfuerzo. Hasta debió salir airoso, allá en los albores del siglo pasado, de un desafío ante un equipo de Nueva Córdoba que reclamaba para sí la propiedad intelectual del nombre del club. Orgaz y sus amigos ganaron 2 a 1 y se saldó la discusión.

El colegio Santo Tomás, el Parque Sarmiento, la vieja cancha de la Liga Cordobesa en Riccheri y Concepción Arenal, fueron sus primeras canchas. En 1914 se radicó en Alberdi y allí, en el barrio donde en cada esquina florece una utopía, se hizo grande y su fuego indomable se desparramó por cada rincón de la ciudad.

Buenas y malas

En los 105 años de Belgrano, hubo varios episodios que la memoria no olvida.  Los títulos de la Liga Cordobesa, la quiebra del club, los ascensos a primera, los descensos, los clásicos y un sinfín de historias que quedarán marcados para siempre en la memoria de los hinchas.

Es probable que la imagen de 1986, cuando Diego Maradona se puso la camiseta celeste, ocupe uno de los lugares más altos de ese podio imaginario.

"La afición de Belgrano se dará el lujo de contar en sus filas, aunque tan sólo por 90 minutos, al mejor jugador del mundo", publicó La Voz del Interior en su edición del 10 de julio de 1986.

A sólo 11 días de su consagración en el Mundial de México, el capitán del seleccionado argentino jugó en Córdoba el primer partido después de aquella vuelta olímpica. La mitad de la ciudad vivió un sueño y no era para menos.

El invitado regaló algunos pincelazos de su talento, pero sobre los 65 desaprovechó la ocasión que todos los presentes estaban esperando: desperdició una inmejorable oportunidad de marcar un gol al estrellar un penal en uno de los postes.

Fue empate 1-1, aunque el resultado poco importó. Ver a Maradona, con el recuerdo fresco de toda su magia en el Estadio Azteca de la capital mejicana, no tenía precio. Más allá de ser un dato anecdótico, la presencia del "10" estará siempre entre los acontecimiento más trascendentes del la historia del club.

UNA HISTORIA DE VIDA EN BELGRANO




En las paredes contiguas al vestuario del coqueto predio de Belgrano, en Villa Esquiú, las fotos de varios “próceres” de la historia pirata invitan a un repaso de los 105 años de historia que hoy celebra la institución de Alberdi. Ahí están, entre otros, Tomás Rodolfo Cuellar, Juan Carlos “Milonguita” Heredia, Bernardo Patricio Cos y Luis Ernesto Sosa. En esa misma galería, pero un poco más arriba, alguien hizo honor a la justicia y ubicó el retrato de Leopoldo Herrero, con un rótulo que lo dice todo: “Consejero”.

Hace 64 años que “Pololo” está en Belgrano. Su historia personal está íntimamente ligada al club que abrazó a los 10 años como hincha y, desde los 17, como dirigente. Es por eso que el título de “Consejero” es mucho más que un cargo. Su consejo tiene el bagaje incomparable del camino andado por pasillos y gradas que reconoce como su propia casa.

“Estaba viendo un partido en la platea dorada y se me acercó un dirigente de aquella época (1946): José Escozari. Él me presentó al resto de la comisión y me ofrecieron colaborar con el club, porque yo ya había organizado algunos torneos en el barrio”, le dijo a Mundo D.

–¿Y por qué fue dirigente a los 17 años y no jugador?
–Empecé a jugar al fútbol a los 12, pero tuve una lesión seria en la rodilla derecha y las opciones eran irme a mi casa o hacerme dirigente... así que no me quedó más remedio.

–¿Cómo era, en ese tiempo, ser dirigente de Belgrano?
–Yo tenía dos autos: uno para la primera y otro para la reserva. Eran míos, pero estaban a disposición del club. Y no era nada extraordinario. Antes, los dirigentes hacíamos de todo. Por ejemplo, cuando terminaba el partido  ayudábamos al utilero a juntar la ropa, la poníamos en un canasto y la llevábamos al lavadero. Belgrano tuvo dirigentes que dejaron todo, con los cuales uno se abrazaba y decíamos: allá vamos. Y allá íbamos, hasta dejando de lado la familia.

–¿Por qué nunca se postuló a la presidencia?
–Debe ser por mi perfil bajo. Siempre pensé que lo mejor era eso. Al fin de cuentas, nosotros somos un eslabón. La grandeza es de Belgrano.

Herrero supo amasar una pequeña fortuna trabajando para una empresa multinacional de gaseosas, de la cual tuvo la distribución exclusiva para el valle de Punilla. Hoy vive en la austeridad y no hace falta atar demasiados cabos para esclarecer que fueron muchas las veces que metió la mano en el bolsillo, buscando una solución para su Belgrano. “De eso prefiero no hablar”, se escuda. “Si algo le di a Belgrano, nunca se lo voy a cobrar”, añade.

–En todos estos años, ¿algún jugador lo deslumbró más que el resto?
–Sí. Se llamó Oscar Nicolás Peralta, “la Mona”. Ninguno como él. Fue extraordinario. Un día lo sacaron de la cuarta división para jugar un clásico ante Talleres: hizo cuatro goles.

El rito del abrazo

Hay un ritual que se repite al término de cada entrenamiento del Celeste: antes de retirarse, cada uno de los futbolistas se acerca a “Pololo” para saludarlo y llevarse, a cambio, una palabra de aliento. Ese gesto paternal tiene un significado profundo: no hace mucho, el veterano dirigente perdió a su hijo, y su “descendencia”, aunque no responda al mismo patrón de ADN, hoy está en el plantel.

“El día de mi cumpleaños (cumplió 81 años el 11 de marzo), cuando llegué, se paró la práctica. Los jugadores me saludaron y me aplaudieron. Estos chicos no saben lo que eso significa para mí, ¿se entiende? Olave, por ejemplo, me lleva y me trae todos los días... Es como un hijo”, se confiesa.

Son demasiados los recuerdos. De los buenos... y también de los otros. “El primer ascenso, en el ’91, fue inolvidable. Pero el día que más lloré fue el de la quiebra. Cuando vino el doctor (Jorge) Berardo con la noticia, creí que había terminado mi carrera como dirigente. Otro directivo me vos no vas a desaparecer como dirigente. Y así fue, porque después el fideicomiso me llamó para colaborar”, rememoró.

“Lloro con cada gol de Belgrano, lloro cuando pierde Belgrano... El resultado de un partido me maneja toda la semana. La única que me entiende es mi señora”, asegura “Pololo”. Nadie mejor que él para sintetizar una pasión que, desde hace 105 años, “no tiene cura ni explicación”.

El lunes habrá distinciones. Como parte de los festejos por el 105 aniversario de Belgrano, Córdoba Celeste, gerenciadora de la “B”, resolvió entregar el lunes, en la previa del encuentro ante Tiro Federal, una serie de distinciones a ex futbolistas que están ligados al club. También habrá suelta de globos y se repartirán otros entre el público que asista al Gigante.

FELIZ CUMPLE PIRATA!