Evaristo Meneses- El mejor policía de todos los tiempos



Allá por agosto de 1962, "Tito" Guevera, coronel, generacional, de parecido físico a Gardel, impactaba con sus declaraciones y sus cartas abiertas. Una vez, en la Escuela Superior de Guerra, al fotografiar esa hora argentina, explicó agresivamente:

"EL PAIS SE ENCUENTRA ANARQUIZADO COMO EN 1820. EL UNICO HOMBRE QUE EN LA ARGENTINA TIENE AUTORIDAD PORQUE NO PREGUNTA Y SABE TIRAR CON LAS DOS MANOS..."

Estaba todo dicho. Evaristo Meneses era, entonces, la imagen del ORDEN, del coraje, de la lucha contra el HAMPA sin trampas. Era el único "héroe". Un símbolo. Era la sociedad amparada. Protegida, como quiere estar siempre.

Al calor acerado de sus balas habían caído, recién, ahí, "El Lacho" Pardo, un pistolero sin piedad, que pudo haberse recibido, fácilmente en la última resaca de Chicago, si aquél es el centro delincuente de mayor "prestigio" mundial; Juan Funes, figura siniestra, o Juan Carlos Sicilia, de la banda de Mariano Gareca (que a los 28 años tenía acumulados 120 delitos típicos, atracos a casa de familia con violación de sus moradoras). Entonces Meneses era sinónimo de la Policía Federal; limpieza de antros, de salvajes. Contracción al trabajo. Guapo útil. Su boquilla; su sombrero requintado y "cantor"; su cara serruchada; su andar de "pesado"; su melena negra aplastada, raya al medio, como "los de antes"; sus visitas "a la noche porteña", allí donde el ruido trae la droga y la droga lleva al crimen, al latrocinio, al espanto. Meneses, Mr. Paciencia, era el GRAN DEPURADOR.

Su aptitud le dio fama. En estos "trabajos" la recomendación no funciona. Se es o no se es. Evaristo Meneses era POLICIA. Y nada más que policía.

Su nombre escapó al margen que siempre limita un oficio, una reglamentación. La personalidad no se compra ni se regala. Se adquiere. ¿Cómo evitar el personalismo? A máquina se pueden hacer muchas cosas, pero no gobernar, pero no arrasar el malandraje. Se entendió que había "propaganda" en torno de "Don Evaristo". Y entonces comenzó una sutil tarea de "licuarlo". A hacerlo desaparecer... A cumplir funciones burocráticas; cuatro o cinco horas de oficina. (El en una oficina; él que es la calle misma; ¿lo imaginan?).

Nada que reprocharle oficialmente, por supuesto. Al contrario, elogios susurrantes: "Es un excelente profesional; un hombre entregado a su quehacer... Pero..." Y el PERO era más voluminoso que todo su historial positivo.

Una noche, en medio de la rutina del "no hacer nada", le pidieron que saliera de ronda, porque "había 23 asaltos de taxistas por día".

-Jefe ¿hago de botón ahora? (habría contestado Meneses).

Pero fue. Se ubicó en zonas "de atraco". Donde la soledad se hace miedo y el motorista silba para autoengañarse de que está acompañado. "Don Evaristo" salía sorpresivamente de su quieta oscuridad; asomaba su cara achatada; bajaban los pasajeros; revisaba identidades. Después, si todo estaba bien, seguían. Pero ya le habían "visto la cara". Comenzó entonces a circular la "noticia": "MENESES ESTA OTRA VEZ EN LA CALLE: ANDA BUSCANDO DE TAXIS". A los cuatro días en el Departamento de Policía, se recibía el siguiente confidencial: "Los asaltos a taxistas disminuyeron de 23 por noche a tan solo 4...". después, cero. Entonces, Evaristo Meneses volvió a su "cucha" burocrática. A su oficina, a su tecleo de máquinas, a prepara proyectos para patentar automóviles... El caso Penjerek, por ejemplo, seguía extraviado: ¿por qué no Meneses? ¿PROHIBIDO, ACASO?

Ahora, en nuestro más RECIEN, se habla ya, concretamente de retirarlo porque ya tiene el "tope de años de servicios cumplidos". Cuando escarbamos vemos que hay "algo más"; algo que ronda, inasible. Un complejo deseo de "exterminar" a Meneses. De suprimirlo. ¿Será porque es un policía-policía? ¿Por qué está en SU CASA?

Sondeamos; hay una acusación que anda flotando: "MENESES ES DUEÑO DE DOS CABARETS". Uno, con nombre francés en pleno barrio norte, Santa Fe, casi Talcahuano; fuimos; indagamos; a su dueño, Miranda, a los mozos, a algunas "coperas". Sí; es verdad, Meneses suele ir. Allí se "informa". Como se informa en otros niveles. Pero, ¿DUEÑO?, ríen. Creen que es una broma. No se dan cuenta de que es un etiquetamiento. Como ese otro de que tiene "seis taxistas trabajando en la calle". Meneses se pudo hacer rico con las compañías de seguros en la famosa investigación del "robo de barras de oro de Ezeiza", con Nelly Thompson, Saúl Lipsitz, José María Quevedo y Cía. ¿Recuerdan? Que halló 120 lingotes de oro fino, en Lanús; 265 libras esterlinas Elizabeth, un kilo de monedas mexicanas. Aquel episodio que llevó al entonces Jefe de Policía, Recaredo Vázquez, a decir en conferencia de prensa: "SEÑORES: HOY ES UN DIA DE GLORIA PARA LA POLICIA FEDERAL ARGENTINA...".

El Meneses que detuvo a Villarino –20 años de prisión-; que fue a buscar a Pérez Gris al Paraguay y dejó a las cámaras de televisión "pagando" en el aeropuerto, porque lo descendió de incógnito en Ezeiza (él no quería que le pasara a Pérez Gris lo de Oswald, en nombre de la "publicidad democrática" ese Evaristo Meneses debe estar transitando sus últimas horas de policía profesional. Acaso excomulgado por capaz; pero si fuera por alguna otra razón, valdría la pena difundir igual la causa.

En cualquier otra tierra se "exportaría" un policía del estilo de Meneses. Aquí lo prohibimos...

Cuando quisimos arrancarle una queja, pegó los labios. Se encerró con sus 9 hermanos –5 mujeres y 4 varones- y su padre (86 años), con el que vive, apaciguó su revolver sobre un taburete y se sentó a la mesa de la paz familiar, como hace todos los domingos.

Como si fuera un hombre corriente... Totalmente corriente...

Lejos de la envidias, del hampa y de aquel muchacho jovencito, Giungiaro, a quien en nombre de una comunidad aterrorizada por el maleante, le tuvo que depositar siete balas en el cuerpo y después, alzarlo, destrozado, y llevarlo al Salaberry...

Un oficio duro y que es imposible hacer "a máquina".