Convertida en una de los mitos de la TV argentina, la telenovela Amo y señor hizo mucho ruido, fundamentalmente por las cachetadas de Arnaldo André a Luisa Kuliok.






La historia transcurría en un pueblo imaginario llamado -sugestivamente- Puerto Caliente, un sitio ubicado en la mesopotamia, cerca de la frontera con Paraguay. Alonso Miranda era un hombre que manejaba negocios ilícitos (contrabando y juego clandestino), pero que distribuía lo que ganaba entre los que menos tenían. Todos se rendían a sus pies, salvo Victoria Escalante, una mujer con la viviría una tórrida relación de amor/odio.
Hasta aquí estamos dentro de los parámetros de una telenovela tradicional. Pero un ingrediente la convirtió en única. Históricamente, la que repartía los cachetazos era la protagonista, cuando por ejemplo se ofendía con el galán por alguna razón. En Amo y señor la bofetada fue de André para Kuliok. Y ésta escena se utilizó para la promoción. En poco tiempo la tira alcanzaba picos de 73 puntos de rating y las marcas del cachetazo quedarían en la historia de nuestra televisión.

De acuerdo a lo que cuenta Jorge Nielsen en La magia de la televisión argentina, hay distintas versiones sobre cómo surgió la idea de hacer esta telenovela:
• Se dice que el productor Raúl Lecouna tuvo la oferta para cubrir de apuro un espacio en Canal 9 y aceptó a regañadientes el horario de las 13.
• Se dice que Carlos Lozano Dana, el autor, debió escribir una síntesis de un día para el otro, inspirándose -por sugerencia del productor- en Lo que el viento se llevó.
• Se dice que la idea de incluir el cachetazo para promocionar la telenovela fue del director artístico del canal.
• Se dice que el canal quiso extenderla, pero el autor se negó.

El elenco tenía características muy particulares: María Concepción César y la superpolémica Elvia Andreoli elevaban la temperatura de Puerto Caliente. Gerardo Romano y Reina Reech se incorporaron hacia el final para sumar conflictos.
Mención aparte merece el tema musical de Juan Marcelo, cuyas estrofas todavía resuenan en la memoria de muchos:

Me dejaste una rosa al partir, sobre la cama. Un detalle fatal para mi, porque te amaba. Nunca super serle fiel a un amor y siempre pasa que se queda mi alma al final sola sin nada.... Eso me pasa por volar, como los pájaros Por rozar como el agua del mar a la arena y marcharme.... Siempre estoy tratando de cambiar, siempre me falla No me siento ni soy un Don Juan porque me guste amar.

Otro mito circula respecto al último capítulo. La escena final de la telenovela encontraba a una Victoria Escalante en su habitación, en la que descubría la rosa que le había dejado al partir Alonso Miranda. Estalla en llanto, se le cubren las mejillas de rimel y decide salir corriendo a buscarlo. Abre la puerta y encuentra allí a su amante parado que le dice: "Este hombre está sediento". Dicen por ahí que para guardar el secreto, ese final se escribió media hora antes de que saliera al aire y se grabó mientras los primeros bloques de ese último episodio estaba en pantalla.