Futbol Ochentoso

Acá les traigo una recopilacion de informes bastantes interesantes del futbol de los 80/90

El Hombre que salvó a Boca

En realidad, no fue él solo. Hubo otros muchos que pusieron el hombro en la década del ´80 para sacar a Boca Juniors de la crisis en la que estaba hundido. El más conocido de esos otros sin dudas fue Carlos Heller, el eterno vicepresidente del dirigente al que se dedica este post, que da inicio, además, a una nueva sección, dedicada a directivos de esa época. También fue destacable la labor de Jesús Asiaín
No es intención de este post desmerecer en algo la gestión de Mauricio Macri como máxima autoridad xeneize. Sin dudas existen muchos motivos para criticar a Macri (ya sea dentro o fuera de Boca), pero es innegable que desde que el actual Jefe de Gobierno de la CABA asumió en el club de la ribera, la historia deportiva y económica de Boca dió un cambio histórico.
Parece mentira que ese club que hoy es casi hegemónico, con 4 Libertadores, 2 Copas Intercontinentales y unos cuantos títulos internacionales de menor valor, y 6 títulos locales en la última década, hace un poco más de 20 años haya estado al borde de la desaparición.
Antonio Alegre asumió la presidencia de Boca en enero de 1985, tras ser elegido para ese cargo el año anterior. Cabe resaltar la situación deportiva-institucional que encontraron Alegre y Heller cuando asumieron en Boca. La Bombonera había estado clausurada, pero no por hechos de violencia, sino porque se venía abajo (literalmente), la municipalidad no la habilitaba por peligro de derrumbe.
Todas las semanas se iniciaba algún juicio (sea ejecutivo, ordinario, o pedido de quiebra) contra Boca. Los oficios de embargo se amontonaban de a decenas en los escritorios, y, desde lo deportivo, el cuadro no era mejor. En 1984 Boca había finalizado el Metro que ganó Argentinos Juniors en la 16ª posición, sobre un total de 19 equipos. Muchos comenzaban a mirar la tabla de los promedios, que al comienzo de la temporada 85/86 tenía a Boca empatando el antepenúltimo puesto (sin contar los recién ascendidos), es decir, para que se entienda en Zona de Promoción, claro que en aquella época no había promoción, descendían dos directos y nadie más. Fue la época, además, de las camisetas con los números dibujados con fibra.
Con todo eso se encontró Alegre al asumir. Sus primeros pasos estuvieron dirigidos a ordenar las finanzas del club. En 1984 Boca se presentó en Concurso Preventivo de Acreedores (lo que vulgarmente se llama Convocatoria), cuyo acuerdo homologado debía cumplirse a partir de 1986, es decir por la directiva comandada por Alegre.
Desde lo económico la gestión de Antonio Alegre fue sin dudas exitosa. Si bien no llegó a los niveles de ingresos por la venta del producto Boca que consiguió Macri (cuyos verdaderos números y destino hacen sospechar a muchos xeneizes), al menos consiguió sanear la institución y entregar un club ordenado a su sucesor, en 1995.
El talón de aquiles de la administración Alegre fue la faz deportiva. A partir de 1986, con el Concurso encaminado, Boca intentó rehacer una senda de éxitos deportivos, y dedicó mucho dinero a ello. Llegaron infinidad de jugadores, pero sólo unos pocos tenían verdadero nivel, otros cumplieron y la gran mayoría fracasaron. Debe además señalarse que durante años las únicas apariciones exitosas surgidas de las inferiores boquenses fueron Diego Latorre y Walter Pico, sí, Pico. Y no estoy hablando de 6 meses o un año, probablemente hayan sido las únicas apariciones rescatables en cerca de 10 años.
Boca sumaba jugadores y frustraciones. Durante los 10 años de Alegre-Heller sólo se ganaron la Supercopa ´89, las ignotas Recopa, Master, y Copa de Oro, y el Apertura ´92. Después sólo algún subcampeonato, una liguilla y unos cuantos torneos veraniegos.
Demasiado poco para Boca, pero no es eso lo que quiero rescatar con este post. Como decía al principio, nadie puede negar lo exitosa que ha sido la presidencia de Macri en Boca, pero si Macri pudo hacer todo eso, es porque antes existió un Antonio Alegre. Da bronca cuando se mezclan los tantos, y se dice la época de Alegre era un desastre. No fue un desastre, más allá de lo deportivo. Hoy parece increíble, pero Boca podría haber seguido la suerte de Racing en esa época, y tipos como Heller, y Alegre (a quien además no le recuerdo una sola declaración fuera de lugar) lo evitaron.


Il piú grande e bello



Arriba: Maldini, Van Basten, Gullit, Ancelotti, Rijkaard y Galli. Abajo: Baresi, Donadoni, Costacurta, Colombo y Tassotti.

Los años de Sacchi

Cuando en 1986 Silvio Berlusconi compró la mayoría del paquete accionario del AC Milan, pocos imaginaban la dimensión futbolística de lo que estaba pasando. El Diablo venía de años desastrosos: dos descensos (uno escandaloso, a causa de las apuestas ilegales) un equipo pobrísimo y cambios constantes en la presidencia.
En el verano de 1987 contrató como técnico a un joven Arrigo Sacchi, a un volante de la Roma, Carlo Ancelotti, y a dos jugadores holandeses, uno del Ajax, Marco Van Basten, y otro del PSV, Ruud Gullit. La apuesta era importante y estaba claro que Berlusconi buscaba devolverle al Milan algo de la gloria perdida. No sólo se estaba formando un buen equipo. Estaba naciendo el que sería uno de los más fuertes de la historia del fútbol.

En el arranque de esa temporada, la Serie A tenía un candidato de fierro. El Napoli de Maradona iba por el bicampeonato. Y si bien esa liga arrancó bien para ellos, y llegaron a tener una ventaja de 5 puntos sobre el Milan (cuando la victoria daba dos puntos), con el correr de la temporada el equipo del Diego fue cayéndose. En la fecha 28 (en un campeonato de 30 fechas) fue el encuentro directo: el Napoli con 42 puntos recibió al Milan que sumaba 41 en el San Paolo. El resultado fue un 3 a 2 para el rossonero que le permitió capturar la punta y finalmente el campeonato.




En la temporada 1988-1989 el equipo de Sacchi se reforzó con un tercer jugador de Holanda; Frank Rijkaard. Hasta su llegada al Milan el holandés escupidor jugaba de defensor central, pero Arrigo decidió moverlo al mediocampo y fue allí donde alcanzó su máximo rendimiento como volante duro y de marca, pero al mismo tiempo talentosísimo. De gran inteligencia táctica, el gran Frank se transformó rápidamente en el cerebro del equipo.

Esa temporada fue la de la explosión internacional. El equipo se consagró Campeón de Europa ganándole la final por 4 a 0 al Steaua Bucarest de Hagi, Lacatus y Petrescu. Sin embargo, el partido más recordado de esa edición (y de muchas ediciones) de la Copa de Campeones fue la semifinal de vuelta de la serie Milan - Real Madrid, jugada en San Siro, en la que los italianos humillaron al equipo de Hugo Sánchez, Butragueño y Schuster entre otros con un lapidario 5 a 0 con goles de, anotá, Ancelotti, Rijkaard, Gullit, Van Basten y Donadoni.
Van Basten cerró esa temporada con 32 goles y France Football le dio el Balón de Oro. En la votación del prestigioso trofeo segundo quedó Gullit y tercero… ¡Rikjkaard! Hay que recordar que el trío milanista, además de romperla a nivel de clubes venía de darle a Holanda el título de campeón en la Euro 1988 de Alemania.





En la temporada siguiente, la 1989-1990, el Napoli ganó su segundo Scudetto, y ese torneo en realidad merecería un post solo. Durante todo el campeonato el equipo de Sacchi y el de Maradona pelearon palmo a palmo la punta. Llegando a la recta final de la temporada el Milan iba primero y las voces sobre campeonato arreglado para los del norte se escuchaban por todas partes. Es en ese momento cuando el Napoli visitó al Atalanta en Bérgamo partido en el cual desde la tribuna local se arrojó una moneda que golpeó en la cabeza a Alemão. El partido estaba 0 a 0, y el brasileño fue trasladado al hospital. La justicia deportiva le dio el partido ganado al Napoli por 2 a 0 y a tres partidos del final alcanzó al Milan en la punta, que en esa fecha empató en Bolonia. Y en la penúltima fecha se concretó la arremetida final: el Napoli le ganó 4 a 2 al Bologna y el Milan perdió con el casi descendido Verona 2 a 1. El árbitro expulsó en ese partido a Rijkaard, Van Basten, Costacurta y a Sacchi, además de no cobrar un supuesto penal a Van Basten. Así las cosas, con un empate en la última los del Dié eran campeones, cosa que finalmente sucedió.

A fin de comprender lo que pasó en ese campeonato basta leer estas declaraciones que Corrado Ferlaino (presidente del Napoli en esos años) hizo en 2003: "Yo tenía una buena relación con el designador de árbitros. A Alemão lo agredieron, tal vez nosotros exageramos el episodio, pero el partido ya lo teníamos ganado en la justicia. Hicimos un poco de teatro. La idea fue del masajeador. Alemão al principio no entendía nada, lo llevamos de urgencia al hospital y allí yo declaré compungido a los periodistas: ´No me reconoció´, cuando en realidad Alemão estaba lo más bien. El campeonato se decidió el 22 de abril: el Milan jugaba en Verona y Lo Bello fue el árbitro del partido; pasó de todo, expulsiones, jugadores del Milan enfurecidos: perdieron 2 a 1, nosotros ganamos tranquilamente en Bolonia y nos metimos en el bolsillo el Scudetto."
No es mi intención en absoluto defender a Berlusconi y al Milan, que desde 1986 hasta la fecha recibió no pocos favores y se vio envuelto en unas cuantas maniobras poco transparentes. Pero si bien la tradicional supremacía económica, política y deportiva del norte sobre el sur en Italia era -y es- real, tampoco hay que subestimar el poder que por esos años tenían Ferlaino y Luciano Moggi y su capacidad para influir en el ámbito local. El Napoli de esos años era un grande de Italia tanto por la calidad de sus jugadores como por los recursos extrafútbolísticos con los que contaba.




El balance de trofeos obtenidos por el Milan durante bajo las conducciones de Sacchi y Capello es de: 5 Scudettos, 3 Copas de Campeones de Europa, 2 Copas Intercontinentales, 3 Supercopas de Europa y 2 Supercopas de Italia.
Pero ese mismo año el Milan, si bien perdió el Scudetto, pudo repetir en el plano internacional. Campeón nuevamente de Europa, esta vez con un paso menos arrollador, se consagró derrotando en la final al Benfica. En diciembre de 1989 el Milan fue además Campeón Intercontinental, ganándole al Atlético Nacional de Medellín en Japón. En esa temporada Van Basten hizo 24 goles. Y en diciembre del 89 ganó por segunda vez consecutiva el Balón de Oro. En la votación de France Football quedó segundo Baresi, y tercero… ¡Rijkaard! El Milan dominaba el prestigioso trofeo nuevamente (hay que hacer la salvedad de que en esos años participaban de la votación únicamente futbolistas europeos).
La temporada 1990-1991 no fue tan prolífica como las anteriores. Lo más destacable fue la victoria Intercontinental en Japón, donde golearon al Olimpia de Paraguay. El Scudetto ese año lo ganó la Sampdoria de Vialli y Mancini. El Milan terminó segundo, a 5 puntos del campeón.

En la Copa de Europa llegó hasta cuartos de final, donde fue eliminado por el Olympique de Marsella. Fue empate en la ida en San Siro. En la vuelta en Francia hubo un corte de luz en el estadio a pocos minutos del final con el partido 1 a 0 para los franceses. La luz volvió a los pocos minutos pero los italianos se rehusaron a continuar. Finalmente la UEFA declaró la victoria del Olympique por 3 a 0 y la suspensión del Milan de toda competición europea para la temporada siguiente. Así se terminaba el ciclo de Arrigo Sacchi, entrenador ofensivo y meticuloso a la vez. Tipo que manejó bastante bien un vestuario pesado, lleno de figuras haciéndoles obtener cuanto título internacional se les pusiera enfrente.




La era Capello

La temporada 1991-1992 encontró al rossonero con entrenador nuevo. La Federcalcio le ofreció a Sacchi el cargo de director técnico de la selección. Al terminar una temporada regular desde lo deportivo, y con cada vez más problemas internos (la siempre mala relación entre Van Basten y Sacchi se había deteriorado mucho) fueron pocos los que se opusieron a la partida de Arrigo. Silvio Berlusconi le dio el cargo de entrenador del Milan a un joven e inexperimentado Fabio Capello. Rápidamente etiquetado de "títere" de la dirigencia, el equipo de Capello mostró sin embargo, tras años de gloria internacional, una serie de resultados impresionantes a nivel local.

Ese primer año el Milan se paseó por Italia con un juego brillante y de la mano de un Van Basten implacable, autor de 25 goles en 31 partidos, y una defensa muy sólida, la Serie A tuvo un campeón invicto después de 69 años. A fin de 1992 Van Basten recibió el Balón de Oro por tercera vez en su carrera.

El Milan había logrado, con el cambio en la dirección técnica adaptarse sin mayores problemas al cambio estratégico. De ser un equipo ofensivo y vistoso pasó a basar su suceso en la efectividad defensiva (aunque ese Capello era un técnico ofensivo comparado con el que vendría después).

Para la temporada 1992-1993 el Milan se reforzó contratando a Jean-Pierre Papin, ganador del Balón de Oro 1991, estrella del Marsella y jugador de moda. El Diablo arrancó con todo y rápidamente se escapó en la punta manteniendo el nivel arrollador de la temporada anterior. En un campeonato que daba dos puntos por victoria llegó a tener una ventaja de 11 sobre el Inter. Pero hacia el final del torneo empezaron a aflojar, y el 21 de marzo, el Milan perdió por primera vez en casi dos años. Fue un 0 a 1 contra el Parma (gol del Tino Asprilla) y el fin de la racha de imbatibilidad más larga de la historia del fútbol italiano. Fueron 58 partidos seguidos en los que el equipo de los holandeses sumó puntos.

El equipo bajó mucho su nivel hacia el final. Con un campeonato "cocinado" el Milan orientó todas sus fuerzas hacia la Copa de Campeones de Europa. En ese torneo llegó a la final, que finalmente perdió por 1 a 0 contra el Olympique de Marsella de Barthez, Angloma, Desailly, Deschamps y Boksic. Después la UEFA suspendería a los franceses debido al demostrado escándalo de soborno local de los marselleses a jugadores del Valenciennes a cambio de ir a menos en el partido que los enfrentaba unos días antes de la final de la Copa (escándalo por el que, entre otros jugadores, fue suspendido Burruchaga por al menos un año si mal no recuerdo). La suspensión a los franceses le permitiría al Milan jugar y perder la Copa Intercontinental contra el Sao Paulo de Telé Santana.




Esa temporada significó el fin de una era. La del Milan de los holandeses. A mediados de 1993 Ruud Gullit fue transferido a la Sampdoria. Por su parte, Frank Rijkaard volvió al Ajax. Y Van Basten, que había tenido un arranque demoledor en ese campeonato, sufrió hacia finales del ´92 la enésima lesión y operación de tobillo. Y si bien pudo volver a jugar en abril, ya no fue el mismo. El 29 de abril, a los 28 años, Van Basten le hizo al Ancona el último gol de su carrera. Unos días más tardes, en clara inferioridad física jugó su último partido oficial: esa final de la Liga de Campeones contra el Olympique de Marsella. Entre 1993 y 1995 (año oficial de su retiro), haría inútiles esfuerzos por recuperarse.

Repito, por si pasó desapercibido: Marco Van Basten tenía 28 años cuando metió su último gol oficial.

Dejando de lado a los holandeses, en el Milan de esos años jugó un tal Franco Baresi, central, líbero, capitán, líder y emblema del Milan de los ochenta. Tremendo jugador, a la altura de los mejores defensores de la historia del fútbol. Se adueñó de la zaga central del equipo a los 18 años y nunca más la largó. Enorme inteligencia y visión del juego, gran fuerza, potencia física y capacidad de quite, todo eso sin ser ningún rústico; más bien todo lo contrario. Paolo Maldini fue otro fruto de las juveniles del Milan, que empezó como lateral izquierdo y no paró de hacer historia. De joven la rompió con su velocidad, su técnica y su desequilibrio ofensivo. Después se volvió un central inteligente rápido y seguro.

Carlo Ancelotti era un mediocampista completísimo. Físicamente muy duro y potente, y si bien la técnica no era su mayor virtud, tenía un gran tiro de larga distancia. Roberto Donadoni era un mediocampista por derecha de gran vocación ofensiva. Tal vez el único punto flojo (o mejor dicho, no a la altura del resto del equipo) haya sido el de los arqueros. Primero Giovanni Galli (arquero de Italia en México 86) y después Sebastiano Rossi fueron los responsables de un arco que nunca tuvo un dueño absoluto. Igual siempre estuvieron bien protegidos por una defensa impecable.




Bonus track: Ya no estaban más los holandeses, pero varios de estos jugadores y el DT seguían siendo los mismos cuando en 1994 el Milan jugó una vez más la final de la Champions League. A los Baresi, los Maldini, los Tassotti, los Donadoni y los Albertini se sumaron Panucci, Desailly, Boban y Savicevic. Esa final terminó 4 a 0 para los de Capello. ¿El rival? Nada menos que el Barcelona de Cruyff, Koeman, Guardiola, Romario y Stoichkov. Pero esos jugadores, esos partidos y esos trofeos pertenecen a otra época.

Cabezón de la década




Uno de los jugadores más ganadores de la historia del fútbol argentino. En mi opinión, fue uno de los grandes defensores argentinos de los '80s y de los '90s.
Oscar Alfredo Ruggeri se inicio futbolísticamente en Boca Juniors. Debutó en el año '80 y, al año siguiente, ya se asentaría como titular en el equipo que obtuvo el Metropolitano '81 de la mano de Maradona y Brindisi.
El hecho de que, con 19 años, ya sea titular en un equipo como Boca, da la pauta de lo que fue después el tipo como futbolista: alguien con muchisima personalidad, por sobre todas las cosas.
Después de una huelga, a principios de 1985 y con el pase libre, se fue con el Tigre Gareca a River. Y en el brillante equipo del Bambino Veira se convirtió en una pieza fundamental, formando una dupla central con el Tano Gutiérrez, que no tenía mucha simpatía por los delanteros encaradores (?). Dichoso aquél que pueda contar los encontronazos con Ruggeri o Gutiérrez en el área. Porque salir vivo, era una epopeya (?).
En 1986 River ganó todo lo que había en juego: Intercontinenteal, el campeonato local y la Libertadores. El muy buen rendimiento en el equipo de Núñez lo llevó a ser convocado para el Mundial de México '86.




El Cabezón en el Mundial anduvo bárbaro. Incluso tuvo el gusto de marcar un gol en el primer partido ante lo coreanos. De ahí en adelante, Ruggeri se convertiría en uno de los símbolos del seleccionado, hasta el mundial de USA '94.
Las principales virtudes del oriundo de Corral de Bustos fueron el juego aéreo (cabeceaba muy bien en la dos áreas) y también el hecho de que sea imbancable en la marca contra sus rivales. Y también la boca, una lengua viperina en su máximo estado (?). Queda claro que es alguien que puede caer antipático, afuera de la cancha; pero en lo estrictamente futbolístico fue un grandísimo defensor. Dudo que alguien no haya querido tener a un tipo así de sanguíneo, de los que dejan la vida en una cancha.
Al Bambino lo rajaron de la dirección técnica del Millonario, pero Ruggeri continuó en River hasta mediados del '88 cuando fue transferido al Logroñés de España. El rendimiento en aquél modesto equipo fue muy bueno y, luego, se incorporó al Real Madrid (en el que jugaban pibes como Michel, Butragueño, Hugo Sánchez y Schuster, entre otros) donde se coronó campeón de la liga española en la temporada 89/90.
Luego volvería a Argentina, más concretamente, a Vélez Sarsfield. El equipo de Liniers era conducido por Alfio Basile y se había armado bastante bien para poder lograr un campeonato.
En el transcurso de los '90, no hay que dejar de mencionar su paso por el Mundial de Italia ´90. Fue uno de los titulares del equipo de Bilardo que consiguió el subcampeonato.
Bilardo deja de ser el entrenador del "equipo de todos" y asume Basile. A pesar del cambio de DT, Ruggeri continuó siendo uno de los símbolos de la Selección. Esa importancia, quizás, se veía ayudada con la ausencia de Maradona por el doping.
El ex-DT de Independiente fue el capitán de casi todo el ciclo de Basile hasta la vuelta de Maradona y su regreso a la titularidad del equipo en el Mundial de USA '94. Ruggeri continuó coleccionando títulos: en la Selección obtuvo la Copa América '91 y '93, la Copa Rey Fahd -hoy Confederaciones- y la Artemio Franchi.


Tras un paso por el fútbol méxicano -en donde le auguró, a Careca III, la proximidad del final de su carrera (?)- y por el calcio italiano, recala en San Lorenzo de Almagro. De ahí en adelante, "el Cabezón" no se movería más de la Argentina. Probablemente, la etapa en San Lorenzo sea una de las más famosas del Ruggeri-jugador.
Fue uno de los referentes del equipo que cortó la sequía de 21 años sin gritar campeón. En ese San Lorenzo -campeón del Clausura '95- había jugadores importantes como Galetto, Passet o Silas. Más la voracidad goleadora del algo tosco pero muy efectivo Pampa Biaggio. No hay que olvidarse del Gallego González, el Ruso Manusovich, el Balín Bennet, el Perro Albarello y el Indio Arévalo, entre otros.
Fue en el cuadro de Boedo en donde el ex-capitán de la Selección llevó al punto más alto su enfrentamiento con José Luis Felix Chilavert.
En uno de aquellos enfrentamientos el guaraní fue a buscar una pelota y el argentino, cual torpedo azulgrana, embistió de atrás al arquero que se salvó por milésimas de segundos de una potencial lesión de gravedad. Después, Veira (DT de CASLA) tuvo que sacarlo del partido "para protegerlo" ante las reprimendas del jugador que le decía "me sacaste para que me putee la gente" y el Bambino intentaba consololarlo diciéndole "sos el mejor".
Creo que el hincha de San Lorenzo debe tener un muy buen recuerdo de la etapa de Ruggeri como jugador de ese club; fue un verdadero caudillo (como prácticamente en todos los equipo que jugó) que dejó todo por el equipo y que, además, tuvo grandes actuaciones como la vez que casi prolonga a penales la definición de quien pasaba a la semifinal, en los cuartos de la Libertadores '96, frente a River.
Ya más cerca del final de su carrera, pasó a Lanús donde, en su ultimo partido, marcó un gol de penal en el 3-0 a Estudiantes de La Plata.
Su trayectoria como jugador opaca por completo lo que hizo como DT, donde acumuló más penas que glorias: en América de México fracasó, en Independiente se fue a mitad de torneo, su segunda etapa en San Lorenzo fue desastrosa. Sin embargo, algunos afirman que la primera etapa en el Ciclón fue buena, donde le "armó" el equipo que sacó campeón Pellegrini (su sucesor).
Lo que merece la pena hacer mención es al hecho de que por más que haya rendido en todos los clubes que jugó, en casi ninguno ha alcanzado la estatua de ídolo. Posiblemente sea en en San Lorenzo, donde es más recordado con cariño. En River, si bien anduvo muy bien y estuvo en el equipo que ganó todo, no impresionó tanto al hincha como si el Negro Enrique o Antonio Alzamendi (ambos compañeros de Oscarcito). Otro de los motivos que fuerzan el no total enamoramiento con la gente de River es que jugó relativamente poco en Nuñez, a diferencia de Passarella, por ejemplo, que tenía la misma personalidad que "el Cabezón".
Con ustedes, Oscar Alfredo Ruggeri, un tipo que no pasa desapercibido. Siempre tiene algo para decir. Como jugador, una carrera brillante. Afuera de la cancha se caracterizó por ser un tipo, más bien, algo detestable, a pesar de haber agraviado de forma original, a José Sanfilippo. Ruggeri es el típico caso de los que decís, tómalo o déjalo. Yo, en mi equipo, lo quiero.



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