Los colimbas no se divierten

La conductora televisiva que clamó por la pena de muerte ahora pideque vuelva la colimba “porque puede servir para sacar a los chicos delpaco”. Respuestas de dirigentes sociales y un militar.







“Yo creo que la vuelta de la colimba sería una solución para unmontón de chicos de esa edad que les enseñaría cosas, los sacaría de lacalle.” Ni político ni lobbista militar ni nada que se le parezca,quien dijo lo que dijo fue Susana Giménez, la diva diversificada enopinator, que a fin de febrero desató una polémica reclamando lainstauración de la pena de muerte como respuesta (¿revancha?) alasesinato de su decorador, Gustavo Lanzavecchia. “En el serviciomilitar obligatorio lo único que se les enseñaba a los chicos es laviolencia y a mentir para poder resolver sus problemas”, respondióErnesto Moreau, de la APDH. “Tiene que haber programas de inclusiónpero no obligatorios –aseguró Pablo Pimentel, ex integrante del Fosmo(Frente Opositor al Servicio Militar Obligatorio)–. Con la historia denuestras Fuerzas Armadas es imposible que un servicio militar puedaincluir socialmente a los chicos.” Pero quien se destacó con surespuesta, a la derecha de Susana Giménez, fue el comandante de labrigada de Monte XII, Mario Dotto, que sostuvo que “el Ejército no esun reformatorio”.

Habrá que recordar que la colimba, el servicio militar obligatorio,fue suspendido –no derogado como suponen muchos– el 31 de agosto de1994, luego de que el soldado Omar Carrasco, de 18 años, fueraasesinado en marzo de ese año dentro del cuartel de Zapala. Por elcrimen fueron condenados el subteniente Ignacio Canevaro y los soldadosCristian Suárez y Víctor Salazar.

Giménez consideró que “por lo menos los sacan de la calle, del pacoy de todo, y les enseñan, porque la educación es parte también de todoesto”. Y como si no bastara agregó que “tenemos que recuperar lasFuerzas Armadas. Yo sé que hubo milicos que hicieron las cosas mal,pero también hubo próceres como San Martín y Belgrano”.

Pablo Pimentel respondió al nuevo exabrupto de Giménez: “Con lahistoria de nuestras Fuerzas Armadas es imposible que un serviciomilitar pueda incluir socialmente a los chicos. Sí tiene que haberprogramas de inclusión, pero no obligatorios”. Pimentel, que pertenecea la APDH de La Matanza, y que fue integrante de Fosmo, que hizoprédica contra la colimba después del crimen de Carrasco, sostuvo que“mi padre (Eduardo Pimentel) envió una carta a Bignone diciéndole quebajo ningún concepto, con el ejercicio de la patria potestad que ledaba el Estado, iba a autorizar que sus hijos hicieran el serviciomilitar obligatorio con un gobierno de facto. Y que él había educado asus hijos a amar y en un cuartel se enseña a matar. La inclusión–continuó Pimentel– se realiza con políticas que cambien el modeloeconómico”.

“El país necesita generar condiciones de educación –dijo Moreau– y no gastar dinero para la guerra.”

“El gran ausente es el Estado –agregó Pimentel–, ausente en lo queestá más ligado a lo social, la contención, el deporte. Hay un ejemplo.El que en La Matanza se conoce como el Triángulo Rojo, que implica losbarrios Puerta de Hierro y San Petersburgo. De allí recibimoscantidades de padres que vienen a vernos, cansados de que sus hijos,que delinquen, estén sometidos por la policía a continuar delinquiendo.Lloran delante nuestro y nos dicen, ‘somos pobres, nos cuesta unabarbaridad un tratamiento, y cuando el pibe decide dejar la policía loincita a continuar’. Empezamos un trabajo de contención y al padre deuno de los chicos de una barrita se le ocurrió y fueron con lapropuesta al ferrocarril para que tomaran a esos pibes para limpieza delos baldíos laterales y para evitar que apedreen a los vagones, y lospibes lo lograron y ahora están contratados.”

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