Fumador Pasivo

Fumadores pasivos

 

Aunque las leyes han estrechado el cerco sobre el tabaco, aún se registra un número excesivo de fumadores pasivos en sus propios hogares



Humo y cáncer

La etiqueta de ser un fumador pasivo implica mayores efectos, y más graves, que los derivados del mal olor que se extiende por el hogar o la ropa. La aprobación de leyes para proteger a la población no fumadora y preservar los espacios comunes libres de humo se apoya en numerosos y poderosos fundamentos que tienen que ver con consecuencias nocivas para la salud.

El 85% del humo de los cigarrillos se produce entre calada y calada. El humo que emana el cigarrillo depositado en el cenicero o sostenido entre los dedos produce incluso más sustancias tóxicas que las que inhala el propio fumador, según un documento de la iniciativa HELP, por una vida sin tabaco, de la Unión Europea. Como ejemplo, se calcula que un camarero expuesto al HAT en su horario laboral registra unos niveles de nicotina equivalentes a la persona que fuma entre tres y cinco cigarrillos al día y, por lo tanto, también se contagia de los riesgos correspondientes a la inhalación de estas dosis de tabaco. La nicotina que contiene el HAT actúa sobre el sistema nervioso central como una droga, creando adicción, lo que explica la dificultad de abandonar el hábito.

Pero la nicotina no es la sustancia responsable de la acción más perjudicial. El humo que desprende un cigarrillo contiene 4.000 componentes tóxicos, de los que alrededor de unos 20 se han identificado como carcinógenos tóxicos para el ser humano (otros 20 son perjudiciales para los animales), de acuerdo a la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC), que depende de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Entre los carcinógenos presentes en el HAT figuran las nitrosaminas, el alquitrán o los benzopirenos. A esta lista hay que añadir otros como 2-Naftalina, 4-Aminobifenil, arsénico, cadmio, cloruro de vinilo y cromo, tal y como detalla la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).

Debido a la extensa lista de tóxicos, el HAT no sólo puede generar cáncer de pulmón sino también de boca, laringe, faringe, esófago e, incluso, de otros órganos alejados del tracto respiratorio como páncreas o vejiga urinaria. Los componentes del tabaco viajan a través de la sangre y son capaces de alcanzar órganos más distantes. Además, está en discusión si el HAT también podría estar implicado como factor de riesgo en parte del cáncer de estómago y de colon en población general, y cáncer de mama en mujeres jóvenes. Se acaba de demostrar que los fumadores pasivos tienen un 80% más de riesgo, respecto a los no fumadores, de desarrollar cáncer de pulmón y de sufrir infartos.

Más enfermedades

Pero el cáncer no es la única consecuencia negativa del tabaco para la salud. Éste puede dañar a los pulmones y causar patologías respiratorias no tumorales como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), que se manifiesta entre los cincuenta y sesenta años, de forma progresiva, irreversible y que genera grandes limitaciones en quienes la padecen.

Otro importante grupo de enfermedades que pueden estar provocadas por el tabaco son las cardiovasculares y cerebrovasculares: angina de pecho, infarto agudo de miocardio o infarto cerebral. El tabaco ejerce una acción inflamatoria directa que daña las paredes (endotelio) de los vasos sanguíneos y favorece la arterioesclerosis (estrechamiento de las arterias), de modo que actúa de manera conjunta con varios de los componentes nocivos para el sistema cardiovascular, como alcohol o hipertensión, y propicia el incremento del riesgo de accidentes cardiovasculares y cerebrovasculares.

Siempre que una persona deja de fumar o de estar expuesta al humo del tabaco, el riesgo sobre el sistema cardiovascular se reduce y vuelve a los niveles de los no fumadores. Sin embargo, no sucede lo mismo con el cáncer de pulmón: una persona ex fumadora de años puede presentar enfermedad oncológica diez o más años después, ya que su periodo de inducción es más largo.

Lactantes, niños y embarazadas

Algunos sectores de la población son especialmente vulnerables al humo del tabaco, como lactantes, niños y las embarazadas. El impacto sobre su salud puede ser grave e, incluso, letal. En el caso de los lactantes hay estudios que demuestran que el tabaquismo de los padres es uno de los factores que puede desencadenar la llamada muerte súbita del lactante.

En niños de más edad expuestos al humo del tabaco de sus cuidadores (padres, canguros, abuelos y otros familiares), la prevalencia de otitis y de enfermedades respiratorias es mayor (los niños asmáticos pueden sufrir más episodios que el resto). En cuanto a las mujeres embarazadas y, al mismo tiempo, fumadoras pasivas, se enfrentan al mismo riesgo que las gestantes fumadoras de alumbrar bebés prematuros, con malformaciones y con bajo peso debido a la exposición involuntaria al humo del tabaco.





Consejos para los fumadores pasivos

1. Tomar conciencia de los perjuicios que el tabaco ocasiona a la salud.
2. La norma de oro es evitar la exposición al humo del tabaco siempre que se pueda.
3. Siempre que se intuya que un fumador vaya a encender un cigarrillo se le puede pedir educadamente que no lo haga.
4. En los lugares donde está prohibido fumar, según la ley, es necesario reclamar que no se fume.
5. En caso de que los fumadores no respeten sus derechos, hay que denunciar el incumplimiento de la ley al organismo pertinente: el Ayuntamiento o las autoridades sanitarias.
6. Acordar normas en casa, como delimitar las zonas para fumar al balcón o una ventana y/o la cocina y/o permitir fumar sólo en ciertas horas, para proteger así a los menores.

http://revista.consumer.es/web/es/20080401/salud/72434.php

Fumador pasivo, sujeto que pese a no consumir directamente productos provenientes de las labores del tabaco aspira las sustancias tóxicas y cancerígenas provenientes de su combustión y propagadas por el humo que desprende la misma.

Numerosos estudios alertando de los peligros para la salud de este tipo de consumo pasivo han llevado a algunas autoridades a prohibir el consumo en público de tabaco para proteger a las personas de los efectos del humo ambiental de los cigarrillos.

Las medidas más restrictivas en la Unión Europea las contemplan Irlanda, Noruega e Italia, en cuyos territorios está sancionado el consumo de tabaco incluso en bares y restaurantes desde el 29 de marzo de 2004 para Irlanda, el 1 de junio de 2004 para Noruega y el 10 de enero de 2005 para Italia.

Medidas similares se aplicaron también en Argentina (octubre de 2006), Uruguay (marzo de 2006) y Chile, donde está totalmente prohibido fumar en lugares públicos cerrados. En España (enero de 2006), se prohíbe fumar en los locales de hostelería de más de 100 metros cuadrados, salvo en los casos en los que los dueños del local creen un espacio cerrado para fumadores que no debe superar en ningún caso el 30 por ciento de la superficie del local y no debe ocupar una zona de paso para los clientes no fumadores. En los de menos de esa medida, es decir, la amplia mayoría, los responsables de ellos deben decidir si se permite o no fumar en su interior anunciándolo con un cartel en la entrada del mismo. Se ha criticado duramente la medida española, pues sólo un bajo porcentaje de estos establecimientos se declararon de no fumadores, y algunas comunidades autónomas como la Comunidad de Madrid, Valencia y Castilla de León no aplican la ley correctamente. Sólo en Madrid el 'Partido de No Fumadores' ha presentado 1.100 denuncias por infracciones de la 'ley antitabaco', sin embargo, no se ha realizado ni una sola inspección ni ninguna sanción contra los locales en los que se sigue permitiendo fumar.

Ser un fumador pasivo significa estar aspirando el humo de tabaco ambiental generado por otras personas.El humo secundario es un a mezcla del humo residual que proviene del tabaco en combustion y del humo exhalado por el fumador.Se compone de de unas 4000 sustancias quimicas de las cuales una gran cantidad causa enfermedades respiratorias y una s 40 son posibles cancerigenas.