Todo un H de P, Pero de Nivel...




Uno de los personajes más controversiales de la monarquía española fue Don Carlos Príncipe de Asturias, hijo de Felipe II y de María Manuela de Portugal, quien falleciera cuatro días después del alumbramiento, el 8 de Julio de 1545.

El pequeño Carlos, como todos los príncipes infantes, fue amamantado hasta los dos años, mordiendo los pezones de sus nodrizas, y se dice que tres de ellas llegaron a fallecer por esa causa.





Retrato del Príncipe Carlos de 1558


A los siete años se entusiasmó con la ciencia y los deportes de moda y solía montar a caballo en ocasiones, de lo que se distanció porque continuamente se caía.

Debido a su constitución enfermiza, Carlitos es trasladado por recomendación médica a Alcalá de Henares. Se supone que el clima de esta villa madrileña sentaron bien al joven ya que se recuperó de las recurrentes fiebres y ataques asmáticos que padeció desde los cuatro años, pero ya desde ahí, al ir creciendo se notaba que era un niño con una conducta problemática pues se entretenía asando liebres vivas y una vez, en un ataque de crueldad, sacó los ojos a algunos caballos del establo real.

En Alcalá ocurrió un suceso que casi acaba con su vida. Se enamora locamente de la hija de una portera del palacio, y una noche queriendo escurrirse a su alcoba, al bajar las escaleras de servicio trastabilló y cayó de cabeza.

Las fiebres fueron muy altas y llegó a temerse lo peor, por lo cual se llegó al extremo de realizarle una trepanación craneal, que consistía en agujerearle los huesos del cráneo para que saliera la sangre acumulada en el cerebro producto del golpe.






Una trepanación de aquella época


Sus mayores aficiones eran la comida, la bebida y las juergas nocturnas, y durante una de ellas le cayó un jarro en la cabeza. Inmediatamente ordenó a sus oficiales que quemasen la casa donde se había producido el incidente. Su crueldad rayaba en los límites y existe documentación que habla de indemnizaciones a algunos padres por las palizas que daba a sus hijos en Alcalá.

A los diecinueve años ocupó una plaza en el Consejo de Estado, la cual le fue otorgada por su padre debido a sus ansias de ocupar un cargo público.

Se obsesionó en adquirir poder, en tener un territorio donde gobernar sólo él, ya que su padre Felipe era demasiado joven y Carlos veía muy lejana la sucesión del reinado. Esta obsesión llegó al punto de hacerle tratar con conspiradores con tal de acceder al trono, por lo cual el propio Rey, su padre, lo hizo encarcelar.




El Príncipe retratado en 1564


El 18 de Enero 1568 Carlitos es encerrado en una torre del Alcázar de Madrid y desde ese momento sólo concibió una idea: suicidarse.

Al enterarse de sus planes, su padre hizo que se tomaran los resguardos necesarios y no se le proporcionaba ningún material con el que pudiera lastimarse o llevar a cabo su plan.

Desesperado, primero intentó hacer una especie de huelga de hambre que fue más tarde sustituida por una amplia ingesta de alimentos, lo cual le ocasionó una grave oclusión intestinal. En el crudo invierno se daba baños de agua helada y caminaba descalzo y desnudo en su prisión. Finalmente, esto fue lo que le provocó la muerte el 24 de Julio de 1568.

Se dice que un buen monarca quiere lo mejor para su pueblo y Felipe II seguro que lo fue, porque cuando el príncipe murió en el reino se decía: “El luto lo lloró el padre por su hijo, pero el Rey sonrió por el futuro de su pueblo” ya que fue un alivio para él no tenerlo como heredero.


¿Se imaginan si el Príncipe Carlos llegaba al trono?







Retrato de Felipe II, por Alonso Sánchez Coello (c. 1570). Óleo sobre lienzo, 88 x 72 cm Museo del Prado (Madrid).



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