Memorias del Condenador

Mi historia no es fácil de contar,no puedo evitar soltar una lágrima cada vez que pienso en ella,en todo lo que hice,lo que destruí y di oportunidad de nacer.
Lanzo la última botella de vodka que me queda contra la putrefacta puerta de madera de la casa,detrás de ella puedo oír a las criaturas que he creado aullando y gritándo como si se estuvieran mofando de mí.

Aún recuerdo cuando sucedió la gran guerra,cuando le dimos fin con nuestras propias manos,mis camaradas y yo.
Solo era un chico estúpido uno de los pocos especialistas en misiles nucleares,el ejército me había seleccionado para trabajar con ellos y dar fin a la guerra.Pero jamás creí que todo terminaría así.Jamás imaginé que todo lo que sabía tenía un solo propósito...condenar a la humanidad.

Yo mismo fijé las coordenadas de lanzamiento y lanzé los misiles.Estabamos en un lugar seguro bajo uno de los mejores bunkers de todo Moscú,de toda Rusia.
Nadie se imaginaba que nuestros enemigos y sus aliados tendrían armas nucleares en lo profundo de sus entrañas.Nadie se imaginaba que las lanzarían contra nosotros y que además las lanzarían por lo ancho y alto del planeta entero¡Nadie se imaginaba que toda la humanidad sería condenada!

Me despierto sobresaltado,las bestias han empezado a embestir la puerta.Mis hijos reclaman lo suyo,desean ver a su creador,a su condenador.
Ya no tengo nada porque luchar,solo soy un anciano que destruyó su nación,que escapó por los pelos de la muerte radiactiva.

Ya no me quedan viveres ni agua potable,el fuego de la chimenea se ha apagado al igual que mi deseo por vivir.Lo lamento por nuestros hijos,ellos no tienen nada que ver con esto,no tuvieron nada que ver con la guerra.La humanidad está por ser extinguida,le estamos dejando la tierra a los seres que nuestras armas han creado.Seres que nacieron gracias a la radiación y a los avances científicos y militares.

Ahora mi vida está en manos de esos seres,solo me queda esperar a que me tomen,las calles están vacías y de las casas ojos amenazadores te observan con voraz apetito.
Me siento sobre la acera y espero mi muerte...espero a mis hijos...quieren la vida del condenador...